Película / por Netflix
Muy buena
Un misterio no resuelto. Así comienza “Chicas perdidas”, elogiada película que Netflix subió a la plataforma hace unos días y merece mucha más atención que la recibida hasta aquí, mientras su impacto va diluyéndose injustamente entre algoritmos y nuevos estrenos. La historia transcurre en Estados Unidos, pero ese caso no resuelto puede corresponder a cualquier país. La trama se centra en un desgarrador episodio policial, el de un asesino serial de Long Island que -se cree- mató entre 16 y 20 mujeres, la mayoría de ellas trabajadoras sexuales. Podríamos asistir a la realidad de algunas de las mujeres desaparecidas en Tucumán, en el resto de Argentina o en cualquier parte del mundo.
La documentalista Liz Garbus, que incursiona por primera vez en la ficción, nos presenta un film incómodo desde la composición de imágenes elegida para narrar la historia. Arranca con mucha tensión y va directo al punto: una chica llamada Shanna, corriendo desesperada por una ruta. Pero también es incómodo el planteo, que subraya lo que vimos en muchos casos policiales: cómo a la víctima se la acusa de haber estado en determinado lugar, de haber tenido “ese” trabajo, de haberse vestido de una forma particular, simplemente de ser mujer. También cómo se pierde más tiempo poniendo el foco en la familia y tratando de ensuciarla que trabajando y buscando respuestas. Cómo la tarea de la policía se vuelva la peor pesadilla del círculo cercano a la víctima.
“Chicas perdidas” construye la tensión desde el punto de vista femenino, una madre que lucha para saber qué le pasó a su hija. Y lo hace desde el difícil lugar que puede, porque termina convirtiéndose en una lucha de mujeres por la justicia, por no ser juzgadas. El fuerte activismo de las mujeres por no ser silenciadas prevalece en el relato.
Desde su ausencia Shanna domina todo el film. Por una casualidad encuentran los cuerpos y comienza la investigación, y a partir de esta circunstancia se produce la unión de estas mujeres que fueron abandonadas por todos al perder a sus seres queridos. Ninguna de ellas es una madre ejemplar, todas tienen sus problemas y saben cómo cada una influyó en sus hijas desaparecidas, pero la directora no hace un juicio de valor sobre ellas. Al contrario, las muestra reales y deja que empaticemos con ellas.
La novela de Robert Kolkan es la base de “Chicas perdidas”, que cuenta con las actuaciones de Amy Ryan, Thomasin McKenzie, Lola Kirke y Oona Laurence. La intención de Liz Garbus queda muy clara y le da cuerpo a la película: conferirles voz a las mujeres a partir de una historia dramática, macabra y no resuelta.